DEMOCRACIA DIRECTA

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Antonio Zoido / elcorreoweb

La democracia nació porque la plantaron para todo el mundo teóricos que, previamente, habían pensado mucho en cómo conseguir que el Estado o la Ciudad fueran el reflejo de la voluntad de sus ciudadanos, algo que cuya realización se plasmaba en que una y otra estuvieran dirigidos por los mejores de entre ellos, unas élites que actuarían como representantes de sus electores. Ahora la palabra élite suena mal y lo que priva es la «democracia directa», sin intermediarios, tanto si lo que hay que decidir es el nombre de una calle o se trata de resolver cuestiones tan complicadas como la permanencia o la salida de la Unión Europea o la paz de un país que lleva medio siglo en una guerra civil larvada.

Posiblemente hemos llegado a esta situación porque quienes componen las cúspides de los partidos políticos no se parecen en nada a las élites de la Ilustración y muchos de los que ostentan el título de representantes han perdido la conexión con sus representados pero el camino que, ante esto, se está tomando puede responder paradigmáticamente al refrán de «ser peor el remedio que la enfermedad». El sistema democrático fue, seguramente, el producto más importante de la reflexión iniciada con Averroes y gestado durante siglos. Está enfermo pero no se curará metiendo la directa en los vehículos que la impulsan, los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, sino usando la marcha adecuada en cada tramo y corrigiendo la dirección cuando convenga. Dejarla al albur de la irreflexión de cada cual es poner el punto de destino en la dictadura.

 

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http://elcorreoweb.es/opinion/columnas/democracia-directa-IX2213587

 

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