Sicarios
María del Mar Martín
Los sicarios estatales cuentan con el engranaje del Sistema para ejercer su poder y con los instrumentos legales que les permiten, incluso, esconder las perversas desviaciones del oficio. La ley de Amnistía española de 1977 que permitió sacar de la cárcel a los presos políticos del franquismo o lograr que se recuperaran los puestos de trabajos de aquellos que fueron despedidos por defender la libertad y la democracia, benefició subterfugiamente a los sicarios de la dictadura franquista.
Mientras en las calles de las ciudades españolas, el clamor popular pedía a gritos la amnistía para los encarcelados por luchar contra el franquismo, en el Congreso de los Diputados los benefactores de los sicarios encontraron los vericuetos perfectos para echar una losa de hormigón sobre el dolor, la tragedia y la represión sistemática y estatal ejercida sobre cientos de miles de españoles y españolas.
Aquella amnistía permitió sacar de las cárceles españolas a los presos políticos, pero también levantó un muro de silencio que ha llegado hasta nuestros días impidiendo a los juzgados investigar los casos de tortura y asesinatos que se produjeron durante los 40 años de dictadura franquista.
Los Gobiernos latinamericanos que fueron surgiendo tras sus dictaduras militares se inspiraron en nuestra Ley de Amnistía durante los años de transición pero, tras la presión social, a día de hoy sus leyes de amnistía están derogadas, permitiendo a los jueces condenar los asesinatos y torturas ejercidas durante los años de dictadura.
Sin embargo, en España esa ley que ha protegido durante todo este tiempo a los asesinos de la dictadura franquista sigue en vigor.
Ese silencio que ha llevado a un desconocimiento total del terror que el franquismo ejerció sobre la sociedad española y que, aún se percibe entre nuestros padres y abuelos, ha beneficiado a aquellos que se resisten a desvelar la verdad. No hay nada mejor para subyugar a un pueblo que la ignorancia, la mentira y la creación de falsos monstruos tras lo que esconder a los verdaderos.
El documental “El silencio de otros” dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar y galardonado con un Goya en 2018 que retrata la lucha silenciada de las víctimas de la dictadura franquista, está haciendo una importante labor pedagógica rompiendo, poco a poco, los ladrillos de ese ignominioso muro de silencio.
Que las jóvenes generaciones españolas desconozcan el horror de su pasado más reciente ayuda poco a que la sociedad madure. Los jóvenes y sus padres y madres deberían conocer las violaciones de derechos humanos que realizó el franquismo porque, sólo así, podrán evitar que vuelva a repetirse, porque sólo si se conoce de dónde se viene se puede saber a dónde se va, pero hay muchos intereses que torpedean el camino de la verdad.
Apelando a la Justicia Universal, donde los delitos de lesa humanidad no prescriben, cientos de familias españolas se han querellado contra los crímenes del franquismo, pero la Ley de Amnistía del año 1977 sigue bloqueando sus acciones y silenciando el dolor de todos aquellos hijos de España que fueron asesinados por defender la libertad.
Aquellos patriotas cuyos cuerpos profanados por la represión fueron tirados a fosas y cunetas merecen el respeto y el reconocimiento de una sociedad, hasta hoy, ignorante. Aquellos patriotas exiliados entonando “Suspiros de España” con los ojos llenos de lágrimas y dolor por sentirse obligados a abandonar su tierra, merecen ser rescatados del olvido. Aquellos patriotas que sufrieron el escarnio y la esclavitud de un sistema deshumanizado y embrutecido, merecen ser recordados y enaltecida su memoria. Porque sólo así España dejará de ser comparada con Camboya y podrá ocupar la posición que le correspondería junto a las democracias más avanzadas del mundo.
Ilustración: Los fusilamientos del 2 de mayo de Francisco de Goya