El infierno existe y está aquí

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Mar Martín

Hoy jueves 4 de febrero es de esos días en los que es difícil encontrar la belleza en este mundo. Hoy el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha confirmado la condena por un delito de abuso a cinco malnacidos que violaron por turnos a una menor de 14 años en Manresa (Barcelona) en 2016, al considerar que no está probada la “intimidación ambiental” que permitiría elevarlo a violación.

La ausencia de “intimidación ambiental” cuesta imaginarla en un contexto en el que cinco golfos acorralan a una joven, aprovechando, además de su escasa edad, su estado de debilidad por encontrarse bajo los efectos del alcohol. Y es difícil no imaginar la intimidación que sufriría la joven a la que violaron repetidas veces, en turnos de 15 minutos, como si se tratara de una muñeca hinchable, sólo un objeto, mientras otros se masturbaban ante tan excitante espectáculo.

Que los jueces no hayan visto esa “intimidación ambiental” es sólo prueba de que vivimos en un sistema enfermo y decadente en el que ni la justicia nos respeta, en el que con sentencias como esta se da pábulo a los machistas violentos para que anden sueltos y a sus anchas.

Que en su voto particular uno de los magistrados haya alegado que los hechos que la sentencia declara probados sí permiten condenar por violación , es sólo prueba de la sinrazón machista que contamina nuestra vida. El magistrado remitiéndose a la sentencia del Tribunal Supremo sobre la violación de «La Manada» de los Sanfermines, señaló que “el delito de agresión sexual no requiere que la acción sea irresistible, invencible o de gravedad inusitada, ni tampoco requiere heroicidades por parte de la víctima, basta que sea suficiente y eficaz en la ocasión concreta para alcanzar el fin propuesto, paralizando o inhibiendo la voluntad» y, ni con estos argumentos, cambió el sentido de la decisión, poniendo en evidencia el sinsentido que domina en algunas ocasiones nuestra justicia.

Que sea violación para el raciocinio elemental, lo que no es a la luz del texto retrógrado y misógino del actual código penal es sólo muestra del carácter de una sociedad que no avanza, que justifica la violencia machista y se niega a reconocer la raíz del problema. Eso sí, el mismo tribunal ha aumentado la cantidad de la indemnización al considerar el ataque “extremadamente intenso y especialmente denigrante”, como si el dinero pudiera hacer recobrar la dignidad a una mujer y la felicidad a su alma rota.

Y esta sentencia se da a conocer hoy, justo un día después de conocer el último asesinato machista en el que el cuerpo de una mujer asesinada y desfigurada en Linares (Jaén) fue encontrado en un contenedor de basura. Sobran las palabras y sobran los ejemplos de una sociedad que se resiste a radicalizar su transformación.

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