HIJOS DE BUENA ESTIRPE
Mar Martín
Con el comienzo de la frase “hijos de …” nos puede venir a la cabeza un sinfín de acompañamientos que en la mayoría de las ocasiones coinciden con insultos más o menos comunes. Pero en el caso que nos ocupa, nada que ver con el insulto directo, que no igual con el indirecto. Porque cuando alguien se refiere a los “hijos de buena estirpe”, está excluyendo a los que supuestamente no lo son y por lo tanto dando por sentado que hay “hijos de mala estirpe” .
Esta cuestión viene a colación de la caza de brujas emprendida contra los que posiblemente y según la definición de Rajoy, a quien pertenece el texto que vamos a comentar, son “de mala estirpe” por enunciar frases ya reconocidas como desafortunadas y por las que ya se ha pedido perdón. A diferencia de los de “buena estirpe” que llevan años insultando con frases xenófobas, homófobas y machistas y no en 140 caracteres y por las que todavía estamos a la espera de que pidan disculpas o que algún juez solicite su imputación como acaban de solicitar recientemente por el que debe pertenecer a “la mala estirpe”.
Debe ser que la estirpe es la que determina en la balanza el rasero por el que mide la justicia.
Y es por ello que, contra viento y marea los de “buena estirpe” quieren conservar sus privilegios y protegerse de los que claman por erradicar tan perversa y malvada dicotomía. Por eso desde tribunas conservadoras se escriben textos como el del Rajoy defendiendo la desigualdad. Esa desigualdad que les mantiene aislados de la realidad, viviendo en burbujas de lujo donde no les llegan los sonidos de las tripas de los niños que no tienen que echarse de comer a la boca.
Ahora, que está de moda rebuscar en el pasado para disparar a la línea de flotación del enemigo, se debería ser más cauto, porque como se dice: “el que esté libre de pecado tire la primera piedra”.
Nuestro flamante presidente del gobierno, cuya trayectoria ideológica es tan clara como oscuros sus silencios, escribió allá por el año 1983 un artículo incendiario por el que aún nadie le ha pedido que se disculpe, pida perdón o se le impute por ello. Un artículo titulado “Igualdad humana y modelos de sociedad” en el que realiza una férrea defensa de la desigualdad.
Nadie duda de que todos, hombre y mujeres seamos desiguales y tengamos diferencias que en lugar de separarnos como pretenden muchos, nos enriquecen y hacen de la humanidad un hermoso grupo de seres diversos y maravillosos. Pero nada tiene esto que ver con las reivindicaciones históricas de la izquierda en relación a la igualdad. Esa igualdad hace alusión a la igualdad de derechos y obligaciones que a lo largo de la historia ha sido necesario reivindicar ante las bárbaras injusticias, abusos y prebendas que han practicado las clases adineradas sobre las clases trabajadoras. Es por ello que ahora un representante de dicha clase, nuestro actual presidente del Gobierno, hizo apología en 1983 de un libro publicado por la Fundación Cánovas del Castillo y escrito por Luis Moure Mariño, afín a los sublevados durante la Guerra Civil Española y colaborador en la dictadura franquista de numerosos periódicos gallegos cómo El Pueblo Gallego, Faro de Vigo y La Voz de Galicia.
En el Faro de Vigo precisamente fue donde Rajoy publicó ese mismo año 1983 su artículo titulado “Igualdad humana y modelos de sociedad” en el que expresa: “(…) la desigualdad natural del hombre viene escrita en el código genético, en donde se halla la raíz de todas las desigualdades humanas, en él se nos han transmitido todas nuestras condiciones (…)”. Parece que Rajoy pretende justificar con la genética, los atropellos, la explotación, el despotismo, la iniquidad y la superioridad de una clase respecto a otra.
Incluso llega a decir que: “(…) la imposición de la igualdad son radicalmente contrarios a la esencia misma del hombre (…) que los modelos progresistas constituyen un claro atentado al progreso que es el que ha enriquecido al mundo (…)”.
Es aquí donde radica el verdadero propósito de su discurso. Más bien debería haber dicho “al progreso que es el que NOS ha enriquecido”.
Porque es fácil hacer apología de la desigualdad cuando uno se encuentra arriba de la pirámide social. Cuando uno ha pertenecido siempre a los que disponían de la mayor parte del pastel, cuando uno se cree que la herencia genética y divina es la que les otorga graciosamente pertenecer a los “hijos de buena estirpe.”
“Su lógica” les lleva a querer conservar sus privilegios y las desigualdades que les mantienen a distancia de los demás. Pero es legítimo que los demás sigamos reivindicando la igualdad como la única manera de garantizar que cualquier persona haciendo valer su capacidad, talento, afán de superación, esfuerzo, trabajo y emprendimiento, pueda alcanzar la meta que desee sin tener que utilizar su apellido o la cantidad de números en su cuenta corriente.
El periódico digital “Huffington Post” fue quien rescató de la hemeroteca tan memorable artículo el 25 de febrero de 2014. Adjuntamos el enlace para su consulta y comprobación de que la realidad siempre supera a la ficción.
http://www.huffingtonpost.es/2014/02/25/articulo-rajoy_n_4854338.html
Mar,buen trabajo siempre es bueno rememorar o, como dice Ana Pastor, <>.
Dime como piensas y sabre quien eres y lo que de ti me puede llegar.
Mar,buen trabajo siempre es bueno rememorar o, como dice Ana Pastor <>.
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