El planeta no espera. La ley de clima, tampoco
Los hechos son indiscutibles: llegamos tarde a la batalla climática. El planeta ha dado muchos avisos en los últimos lustros. También la comunidad científica, que no ha cesado de advertir de las nefastas consecuencias que conlleva la inacción en la protección del medio ambiente. Algo que a España no le es, ni mucho menos, indiferente.
Ese es el telón de fondo. Sin embargo, hoy podemos decir que tenemos motivos de celebración: el Congreso de los Diputados ha respaldado el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que enviará próximamente al Senado para su aprobación final. Entramos, por tanto, en la recta final para dotar a España de su primera ley de clima. Un logro histórico.
El texto que sale del Congreso da respuesta, por un lado, a las reivindicaciones generales de la sociedad, que ha venido demandando cada vez más alto y claro una respuesta urgente a la emergencia climática. Y, por otro, a la necesidad de participación, transparencia y gobernanza, por lo que se ha visto enriquecido y reforzado por otros grupos políticos y por los diferentes sectores sociales y económicos.
Decimos que nos hace falta ambición climática. Pues bien: ambición climática es poner en marcha políticas hoy para alcanzar la neutralidad climática en 2050. En este sentido, las emisiones del conjunto de la economía española en el año 2030 deberán reducirse como mínimo en un 23% respecto al año 1990 y se deberá alcanzar la plena descarbonización a mitad de siglo y, en todo caso, en el más corto plazo posible.
Ambición climática es que nuestro sistema energético se base en fuentes limpias; es anticiparse, adaptarse y reducir riesgos; es respirar aire limpio en nuestras ciudades; es que nuestras viviendas e industrias sean más eficientes.
Ambición climática es modernizar nuestra industria; es atraer más de 200.000 millones de euros de inversión en los próximos diez años; es generar entre 250.000 y 350.000 empleos netos anuales; es permitir un aumento del 1,8% del PIB para 2030; conciliar transición energética con justicia social.
Ambición climática es marcarse metas nacionales más ambiciosas que las exigidas por la Unión Europea. En concreto, España se compromete a una reducción de emisiones del 39% en sectores difusos (movilidad, usos térmicos en edificios, residuos o agricultura), 13 puntos por encima de la meta del 26% fijada por la Unión Europea. De igual forma, mientras la UE establece una penetración de renovables del 38% en el consumo final de energía para 2030, España lo sitúa en el 42%. Y, en lo que respecta a eficiencia energética, Europa asigna a España un aumento de entre el 36 y el 37% para 2030, mientras el objetivo nacional se sitúa en el 39,5%.
Ambición climática es que esos mismos objetivos sean revisables siempre al alza, a medida que las políticas públicas, los fondos Next Generation y las empresas avancen en la descarbonización.
Ambición climática es apostar por la salud de nuestros ciudadanos, por nuestra biodiversidad, y por tanto por una economía prepara para el futuro, climáticamente neutra, más resiliente y segura que ofrezca señales claras para la inversión.
Éste es un proyecto clave, que constituye un primer paso para articular el resto de políticas y orientar así el proceso de recuperación hacia un modelo de prosperidad duradero y respetuoso con los límites del planeta.
El conjunto de la sociedad española, y de manera muy especial los jóvenes, no entenderían que bajásemos los brazos y renunciáramos a liderar este proceso de transformación, a cambiar un modelo agotado y sin futuro. Por convicción y por necesidad.
La Ley de Cambio Climático y Transición Energética es una ley para reinventarnos como país. Una herramienta para construir una sociedad más segura frente a los impactos del cambio climático, modernizar la industria española, atraer inversiones en las tecnologías del futuro, evitar riesgos financieros, generar empleo estable y facilitar una distribución equitativa de la riqueza. Con una economía eficiente en el uso de los recursos que nos brinda nuestro planeta.
Porque de eso se trata en el fondo, de justicia social, de que los avances y las mejoras, la prosperidad, alcancen a todos. Éste es un proyecto clave, que constituye un primer paso para articular el resto de políticas y orientar así el proceso de recuperación. Porque de esta crisis saldremos todos juntos y con el empeño de alcanzar una sociedad justa y próspera, con una economía moderna y eficiente en el uso de los recursos que nos brinda nuestro planeta.