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25 de Noviembre
María del Mar Martín
No porque haya poco que añadir en un día como hoy, vamos a estar calladas. No porque suene a repetición, vamos a permanecer en silencio. No podemos olvidar a cada una de las mujeres, asesinadas por la violencia machista. No debemos dejar de pensar en sus hijos e hijas víctimas de esta lacra anclada en la misma base de nuestra sociedad patriarcal. 12 son las mujeres asesinadas en Andalucía en lo que llevamos de año, 52 en toda España y el número de violaciones a jóvenes es cada día más alarmante: 1702 violaciones en el año 2018, un 22% más que en 2017. Sin embargo, los hay impermeables a esta cruda realidad. Les resbala, como el agua de lluvia sobre un paraguas, que la cultura del patriarcado alimente a esos desaprensivos que asesinan sientiéndose amparados por la costumbre ancestral de ejercer el poder masculino sobre la mujer. Son los mismos que pervierten el lenguaje con el objetivo de pervertir también la realidad y tornar la tragedia en una anécdota sin importancia.
Con términos como «lesboterrorismo» o «pornofeminismo» pretenden crear un enfrentamiento entre hombres y mujeres donde no lo hay. Porque la lucha contra la violencia machista no es una lucha contra los hombres, sino contra un sistema cultural que avala la violencia y discrimina a la mujer. Con palabras como «abortorios» intentan descalificar y arrebatarnos el derecho a elegir cuando ser madre y nos retrotraen a tiempos pasados en los que sólo las niñas ricas, que podían pagar la interrupción de sus embarazos, eran libres de decidir su maternidad.
Estos negacionistas al no reconocer la existencia de la violencia machista niegan la necesidad de cambiar el sistema patriarcal que la provoca y en el que se sienten cómodos y, ahora desde las instituciones, harán todo lo posible porque perdure. Hoy, como todos los 25 de noviembre, desde que fue declarado día Internacional contra la Violencia hacia la mujer en el primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe celebrado en Bogotá (Colombia) en julio de 1981, recordamos que la violencia machista, en todas sus formas, es sistémica. Y hoy rememoramos el asesinato por orden del dictador Rafael Trujillo de la República Dominicana de las tres hermanas Mirabal, (Patria, Minerva y Maria Teresa) activistas políticas, el 25 de noviembre de 1960, hecho que motivó la declaración de este día, considerado de carácter oficial por la ONU en 1999. Desde entonces el tiempo ha pasado y, no por ello, la violencia machista ha desaparecido de nuestra sociedad. Hoy mismo, en Tenerife, una joven de 26 años ha sido asesinada por su pareja, un hombre de 29 años que ya ha sido detenido. El tiempo pasa, pero la violencia queda. El tiempo parece no mirar hacia adelante, sino hacia atrás, encontrando en el camino las piedras de los antediluvianos. Por ello, rememorar este día, es hoy más necesario que nunca.
Ilustración: Patria, Dedé y Minerva Mirabal, feministas dominicanas asesinadas por el dictador Rafael Trujillo en 1960
MUCHO POR ANDAR
Mar Martín
En un día como hoy parece que sobran las palabras, pero éstas nunca están de más, sobre todo en un día como hoy.
Como entonan las cientos de manifestaciones contra la violencia machista que recorren nuestras calles, las mujeres no queremos ser valientes, queremos ser libres. Pero en este duro camino hacia la libertad hay que derribar demasiados muros y hay que ser consciente de ello para fajarse.
La violencia machista, los asesinatos machistas son el final de un largo proceso que comienza con pequeños gestos de falso afecto o incluso falso amor, propios del régimen de patriarcado machista en el que vivimos.
Es complicado combinar la educación en las escuelas con las vivencias familiares. Recuerdo con absoluta nitidez cómo en el colegio intentaban inculcarnos una educación en igualdad que confrontaba directamente con la educación en familia donde se me decía que por ser mujer tenía que ayudar en la casa y que mi hermano no tenía que hacer nada: “para eso es un hombre”.
Indudablemente la educación en las escuelas es primordial, pero también lo es la responsabilidad de los medios de comunicación a la hora de reproducir esquemas machistas. De nada sirve que a la juventud se le diga en los institutos que en las relaciones de pareja tiene que imperar el respeto y la igualdad, si luego ven programas televisivos que muestran relaciones entre hombres y mujeres llenas de machismos.
De nada sirven las campañas de concienciación, o las masivas manifestaciones, si ilustrados miembros de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) como Pérez Reverte se mofan de que un hombre, como el ex ministro Moratinos, llore.
Estos son sólo algunos de los muros que tenemos que romper, pero empezaríamos a caminar con paso firme si, al menos, en los medios de comunicación no se permitiera seguir perpetuando modelos machistas, ya fuera a través de un Observatorio de Igualdad en los medios o un ente con nombre cualquiera con capacidad de suspender la emisión de un programa si acomete aberraciones machistas como vemos a diario, al igual que se suspenden las emisiones de los programas cuando no alcanzan las audiencias esperadas.
Y también podríamos empezar a creer que estamos construyendo una nueva sociedad en igualdad, si un intelectual rectifica su desafortunada frase dando ejemplo de que esto está cambiando.
Son muchos los frentes que tenemos por delante, pero también somos muchas y muchos los que estamos dispuestos a arrimar el hombro, a reconocer y hacer visible cada micro machismo y a contagiar, en esta anquilosada sociedad, el virus de la lucha por la igualdad.