TARJETAS Y PEONADAS
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La denuncia sindical a aquellos propietarios de olivares en los que trabajan jornaleros por dos euros diarios (supongo que es el carburante del amotillo) y la firma de la peonada para que puedan luego cobrar el seguro de desempleo sería, de ser cierta -y puede bien serlo-, no solamente una marca más de la crisis; sino la foto de la degradación moral a la que estamos llegando: después de haber caminado durante un siglo nos encontraríamos en el punto de partida, el mismo que describía Juan Díaz del Moral en su “Historia de las agitaciones campesinas andaluzas” de los últimos años del XIX. El argumento podría servir para una película de ciencia-ficción donde el tiempo se enroscara en sí mismo y explicara el mito del eterno retorno si no fuera porque entre aquellas circunstancias y las de hoy nacieron muchas cosas.
Nacieron los sindicatos agrarios, una legislación laboral internacional, la Comunidad Económica y la Unión Europea…, en España, un Estado de democracia social que puso en marcha leyes para buscar la justicia y erradicar la pobreza por medio de la solidaridad y Andalucía se gobernó con un Estatuto de Autonomía que perseguía los mismos objetivos. Entre sus plasmaciones estuvo un seguro de desempleo -más bien escaso pero seguro- que, dada la estacionalidad de los trabajos agrícolas, perciben los jornaleros tras haber realizado un determinado número de peonadas. El dinero de esa prestación no sale del bolsillo imaginario de la administración sino del mismo que los 22.000 millones de euros del rescate de Bankia: del bolsillo real de todos nosotros, los ciudadanos.
Si hay empleadores que pagan a sus empleados con la firma de la peonada (que no es un salario sino un derecho de quienes realizan ese trabajo) no sólo están volviendo a los tiempos descritos por Díaz del Moral: están posando en la misma foto de Rato, Blesa y todos los de las tajetas negras, la foto de la degradación moral de nuestros días. Como en “Regreso al Futuro”, borrarla y permitir que el tiempo siga su curso, sólo puede lograrlo el que sobre aquellos y éstos caiga el peso de la Ley a toneladas.
Antonio Zoido
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 22 de octubre de 2014
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