VIDA Y POLÍTICA: HISTORIAS DE MI BARRIO

DIARIO DE SEVILLA
José Rodríguez de la Borbolla
EL Porvenir es, básicamente, un barrio de clase media y media alta. Existen algunos núcleos entremezclados ocupados por familias de renta baja, pero la tónica general es la de un barrio habitado por capas profesionales, pequeños empresarios y comerciantes, empleados de los servicios, propietarios agrarios medios -y algunos grandes-, funcionarios y otros sectores de personas de las que se podría decir que no tendrían que padecer gravemente la enorme crisis en la que estamos inmersos y los recortes derivados de ella. Por dar un dato significativo: en las mesas de El Porvenir, el PP ha vencido de largo, hasta ahora, en todas las convocatorias electorales, desde 1992 para acá, incluso en las de Zapatero o Sánchez Monteseirín. Un barrio de gente asentada y de orden, por utilizar términos clásicos.
Pero la realidad vital está cambiando para muchos. Hay ya mucha gente que está preocupada por el futuro, teniendo en cuenta el empeoramiento de su situación. Pongamos algunos ejemplos, todos de los últimos tiempos, y todos percibidos en la calle.
En primer lugar, la gente consume menos y eso repercute en los negocios. Son varios los que, últimamente, y a pesar de no repercutir íntegramente el IVA en los precios, han tenido que reducir el personal, que han bajado los precios, que han recortado salarios o que han cerrado, de lo que se deriva una todavía menor capacidad de gasto y de mantenimiento del empleo. Y en los negocios subsistentes se aprecia un cambio de hábitos: por ejemplo, la gente ha empezado a ir más de compras a los supermercados más baratos, a tomar menos cafés que antes, a pedir menos raciones en los bares o a comprar la fruta en el chino en vez de en la frutería de toda la vida. Síntomas cotidianos.
En segundo lugar, la vida de las familias es peor. Por ejemplo, se prescinde o se limitan los días de prestación de servicios por parte de los empleados de hogar; se cambian los hábitos alimenticios; se pagan menos clases particulares para los niños; se venden coches que no se pueden mantener; o se producen bajas de socios en los clubes deportivos. Para colmo, en algún caso, familias que tenían a alguno de sus progenitores en alguna residencia de mayores -residencia cuyo coste era sufragado con la pensión del mayor acogido-, se han visto impelidas al «rescate» del familiar y a recogerlo en su propia casa, para así poder disponer de la pensión paterna para que viva toda la familia. Y ello, motivado por el acceso a la condición de desempleado de alguno de los miembros de la pareja base de la familia «rescatadora».
En tercer lugar, decrece la seguridad y el confort vital. De un lado, y por lo que me han dicho, son muchos los pensionistas que, ante el copago de los fármacos, sólo disponen de algunos de los medicamentos que tienen recetados e inscritos en su tarjeta sanitaria. Y de otra parte, se ha incrementado notablemente la dispensación de ansiolíticos y antidepresivos, especialmente para personas afectadas, directa o indirectamente, por el paro. En fin, hasta los empleados de farmacia están preocupados por la incidencia de los recortes y por los rumores de que no hay dinero público para llegar a fin de año.
¿Es esto sintomático de un país en vías de recuperación económica? ¿O más bien de un país progresivamente empobrecido? La propaganda y las grandes cifras económicas no dan de vivir a la gente. Habrá que ver cuál es la reacción de El Porvenir ante la política, de aquí en adelante.
Artículo publicado en Diario de Sevilla el 15 de noviembre de 2014
Enlace al artículos:
http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/1900858/vida/y/politica/historias/mi/barrio.html
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