POLVOS Y LODOS

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Mar Martín

Que la corrupción en España es una lacra, nadie lo duda a estas alturas. Que la corrupción hunde sus raíces en el franquismo y la dictadura, tampoco. Pero, que seamos capaces de dar escarmiento a sus protagonistas con castigos ejemplarizantes que sirvan para terminar con ella, es la gran duda de todos.

Términos a penas usados por la mayoría de los mortales como: empresa offshore, paraíso fiscal, blanqueo de dinero, opaco, UCO, forman ya parte del vocabulario común. Cada amanecer está lleno de estas palabras que recorren las calles de nuestras ciudades, entran en los locales comerciales de nuestros barrios y se instalan en nuestra mesa a la hora de comer.

Que si Rodrigo Rato se llevó el “manso” cuando era director gerente del FMI y luego se acogió a la amnistía fiscal de Montoro; que si Endesa, Paradores, Repsol, Aldeasa, Logista, BBVA, Retevision, Telefónica, Azucarera o Iberia están siendo investigadas por desviar dinero a empresas offshore; que si el gobierno de Aznar concedió seis de cada diez indultos a condenados por corrupción; que si la rana o mano derecha de Esperanza Aguirre , Ignacio González ha desfalcado la empresa pública de aguas de Madrid; que si el recién nombrado Fiscal Anticorrupción, Manuel Moix, intentó detener alguno de los registros de la Guardia Civil en la operación Lezo contra Ignacio González; que si éste le dijo a Zaplana que Manuel Moix era una persona próxima al PP, que le conocía bien de sus años en Madrid, y que estaría más tranquilo con él en la Fiscalía Anticorrupción; que si la fiscalía de Moix evitó que Rodrigo Rato durmiese en el calabozo, impulsó la acusación contra el juez Elpidio Silva por encarcelar a Miguel Blesa, rechazó acusar a Esperanza Aguirre cuando se fugó de los agentes de tráfico y advirtió a los medios del posible “encaje penal” por la publicación de los correos de Blesa que dieron lugar al escándalo de las tarjetas black; y… que si la reforma de la ley del Tribunal Constitucional que el PP aprobó en solitario en 2015 acorta los plazos de prescripción de los delitos beneficiando, entre otros, a los defraudadores componentes de la lista Falciani.

Así, entre el puchero, gazpacho o lentejas, porque, para todas las estaciones hay, vamos tragando y tragando hasta que un día conviertan el bolo alimenticio en algo intragable que nos bloquee la garganta. Entonces igual lo escupimos todo sin evaluar las consecuencias. Pero igual, ahora, no es el mejor modo de airear tanta podredumbre utilizando un autobús, a riesgo de trivializar la gravedad del asunto.

Cuando los pilares de una casa se pudren, el edificio termina, tarde o temprano por caer. O reforzamos los sillares con grilletes o construimos una nueva casa.

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