Mar Martín

El año 2014 será otro más para el olvido. Pero en la memoria tendremos que guardar estos nuevos hachazos a la democracia y a la libertad. El proyecto de Ley para la Reforma Local, que se aprobó el 19 de diciembre de 2013 en el Congreso, es la cúspide ideológica de todas las reformas aprobadas en estos dos últimos años. Esta Ley tiene como objetivo arrebatar competencias a los Ayuntamientos alejándolos de los ciudadanos y poniendo en manos privadas servicios que hasta ahora venían gestionando. Esta reforma, como las de otros servicios públicos, se justifica asegurando que los Ayuntamientos cuestan mucho dinero, sin embargo el peso del gasto municipal en el PIB español sigue siendo igual que en 1981 y la deuda de los Ayuntamientos sólo significa el 3% de toda la deuda pública, aunque la del Ayuntamiento de Madrid, gobernado por el PP era a finales de 2012 de 429,6 millones de euros, representando el 21% de la de todos los Ayuntamientos españoles, más incluso que la que tienen todos los ayuntamientos andaluces juntos. En ese futuro imperfecto y lleno de mentiras al que nos conducen, los Ayuntamientos no dispondrán de recursos para manejar con austeridad, honradez y eficacia el dinero público sino que,  de nuevo, serán las grandes empresas las beneficiarias de los servicios privatizados y se habrá destruido, de paso, un espacio de convivencia social y colectivo.

Si el año 2013 pasó a la memoria por el aumento de la deuda pública a pesar de los recortes sociales ya que aumentó en unos 217.500 millones de euros y la carga de los intereses que pagamos por ella aumentó  más del 15%, el año 2014 se recordará por ser la continuación de tanta catastrófica desdicha. El 2014 será el año en el que se aprobará la Ley del aborto más restrictiva de la democracia que suprime incluso la causa por anomalía fetal. Será el año en el que los jubilados/as habrán sido engañados con el incremento del 0,25% de sus pensiones y las libertades individuales cercenadas con la nueva Ley de Seguridad