ARRIBA Y ABAJO
Mercedes de Pablos
Atención a la generación de Big Bang Theory y otras series de culto: antes de la televisión a la carta de ahora, en España, hubo otros pelotazos televisivos, llegados de la BBC y no de los EEUU, y entre todos ellos una historia ambientada en los albores del siglo XX que era una joya. Se llamaba Arriba y Abajo, en indígena británico Upstairs, Downstairs y retrataba deliciosamente la soterrada lucha de clases en la mansión de la adinerada familia Bellamy en un barrio pijo londinense. Como suponen, y aciertan, arriba vivían los propietarios aristócratas y abajo la servidumbre, comandada toda ella por esa especie interclasista (también llamada servil por los biliosos) que era el mayordomo, el inolvidable señor Hudson. Como todas las buenas series tenía un guion de teatro clásico en el que aparecían reflejadas las pasiones humanas teñidas del conflicto entre pobres y ricos, o sea la vida misma.
ITV ARCHIVEY viene a cuento porque en el diccionario de la neopolítica de Podemos parece que algunos (no lo ocultan, lo dicen y lo defienden) creen superada la tensión entre derechas e izquierdas, incluso la existencia misma de ambas definiciones políticas y prefieren la metáfora (así la llaman) «los de arriba y los de abajo». O sea conceptos de antes del Manifiesto Comunista de Carlos Marx, y hasta de la Escuela de Frankfurt, puro siglo XIX, y si me lo permiten, deliciosamente literarios.
Lo que no tengo claro es cómo encaja tan plástica expresión en esta suerte de mansión familiar que es la sociedad democrática europea, capitalista sin duda y, al menos de palabra, empeñada en el Estado del Bienestar y el cumplimiento de los derechos sociales y civiles.
¿Qué leyes favorecen a los de arriba y cuáles a los de abajo? Suponiendo que la clase media sea algo más, políticamente hablando, que un asalariado con suerte. ¿Saben los postulantes a un hueco en la representación política española si el nuevo código penal, la presunta reforma tributaria, la nueva ordenación medioambiental afecta a los de abajo tanto como a los de arriba?
Hasta que no se demuestre lo contrario, al menos en España donde la Iglesia católica tuvo un papel abisal en el cuerpo teórico de la dictadura, el laicismo lo defiende la izquierda, y con matices, no la derecha. La reforma laboral reciente la ha hecho un gobierno de derechas, la Ley de Dependencia uno de izquierdas. Por no mentar el centro que es ese lugar donde somos un poco conservadores y un poco progresistas, hasta cuando se nos toca algo sensible, cada cual según su estilo, que nos extremamos como si nos metieran un dedo en el ojo. Hay quien sale por lo Le Pen y quien añora a Durruti dependiendo de por dónde perciba que viene la amenaza.
Que la ciudadanía exige cambios y que haya partidos nuevos es una buena noticia, a mi juicio mucho mejor que la amenazante abstención que nos presagiaban los politólogos hace menos de un año. Que el poder desgasta, hasta a los que llevan en su adn la crítica al mismo poder, está claro tanto como que nuestra democracia hoy tiene agujeros que si no los rellena la política los ocupa la economía, como siempre. Pero no porque les cambiemos el nombre los derechos de unos y los privilegios de otros significarán otra cosa distinta a lo que representan.
Arriba y abajo, como toda la vida. Y eso que no he metido en el dedo en la llaga entre ellos y ellas.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 8 de febrero de 2015
Enlace al artículo:
http://blogs.elcorreoweb.es/mercedesdepablos/
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