Mar Martín
Cinismo dice la RAE es: “desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables” y en su segunda acepción: “imprudencia, obscenidad descarada”.
Y cínicos son los que muestran cinismo que parece una enfermedad contagiosa y de color azul en los últimos días. Porque hay que ser verdaderamente cínico para volver a decir que se van a crear y pico mil puestos de trabajo, después de 4 años de voluntariosa decisión de no hacer nada por bajar los niveles de desempleo y sí por precarizar el existente en beneficio siempre de los mismos.

Y hay que practicar concienzudamente el cinismo para asegurar que la economía y el empleo van por buen camino. Sobre la economía se estarán refiriendo a todos los sectores que están privatizando y cuyos resultados reportan excelentes beneficios a sus propietarios que, en muchos casos, coinciden con los ilustres apellidos que caracterizan a su grupo. Porque en relación al empleo lo cierto es que no se ha mejorado un ápice. Sin embargo insisten en mentir o falsear datos, que es lo mismo, para engañar y pretender revalidar los gobiernos a donde llegaron con subterfugios y trucos de malabaristas.

En estos cuatro años han desposeído a los Ayuntamientos de toda capacidad de gestión en asuntos vitales como los servicios sociales o la vivienda de protección oficial cuyos suelos a partir de ahora podrán venderse para reducir deuda. A golpe de maza han impuesto una ley, la de la Reforma Local que introduce los recortes y abre la puerta a las privatizaciones en los ayuntamientos de cada pueblo y ciudad de España. Privatizaciones que son el único objetivo de este gobierno empeñado en hacer negocio donde hasta ayer eran servicios públicos. Hasta los registros civiles han querido privatizar, pero era feo que el presidente del Gobierno perteneciera al grupo de registradores de la propiedad y sacara provecho descarado de ello. Han regalado hospitales a la iniciativa privada, colegios a colectivos religiosos, y sin ir más lejos en Sevilla, patrimonio público municipal sin concurso previo ni justificación .

Pero esto no ha hecho más que empezar. Su hoja de ruta es mucho más ambiciosa y contemplan un importante nicho de negocio en el agua. En ese agua pública cuyo cliente es cautivo y por lo tanto, el rédito seguro. Como los cantos de sirena que embriagaban a los marineros y los conducían directamente al naufragio, estos cínicos de profesión dejaran morir de inanición a las empresas públicas existentes que generen beneficios, como las de agua, para luego asegurar que sólo una gestión privada las sacará del atolladero en donde ellos mismos las metieron.