Trolls en Andalucía

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María del Mar Martín

En el folclore escandinavo, los trolls son seres salvajes y malintencionados que viven en cuevas o bajo colinas. Han llegado hasta nosotros a través de cuentos y los hemos acogido con naturalidad en sustitución de nuestros antiguos ogros. Tolkien los inmortalizó en el Hobbit y el director cinematográfico Mike Mitchell en 2016 con la película que los lleva por título. Sin embargo, no todos los trolls que conocemos pertenecen al mito, a la literatura, o al cine. Los hay en internet y los acabamos de descubrir en la política. Vienen a sabotear todos los avances sociales y de libertades logrados en las últimas décadas. Han llegado para generar descontento y desconfianza en un pueblo que creía inviolables conquistas logradas, en muchos casos, incluso con sangre. Estos trolls involucionistas, que apuestan por lo peor de un pasado cuyas heridas siguen sin cicatrizar, no creen, ni han creído nunca en Andalucía. Son contrarios al estado constitucional de las autonomías, por lo que no es de extrañar que reivindiquen el 2 de enero, día de la conquista de Granada en 1492, en lugar del 28 de febrero fecha en la que los andaluces en 1980 nos ganamos en las urnas nuestra autonomía.

Como los trolls de internet quieren entrar en las instituciones para dinamitarlas desde dentro. No les preocupa mejorar la vida de los andaluces, ni hacer de Andalucía una comunidad más próspera. Entre esas 19 propuestas que han colocado sobre la mesa y son una  auténtica declaración de intenciones, no hay ninguna que proponga mejoras para bajar los índices de desempleo, para sacar de la exclusión o emergencia  social a las miles de familias que se encuentran en ella o para incrementar la calidad de la sanidad o la educación. Sólo se refieren a estas últimas para defender su devolución de competencias al Estado Central o para recuperar la educación segregada. Proponen reducir el gasto público y bajar los impuestos con la consiguiente merma de la calidad en la sanidad y la educación con el objetivo de beneficiar a las empresas privadas y, como en el franquismo, dejar lo público como beneficiencia. Los nuevos trolls que han llegado a Andalucía añoran de corazón aquel franquismo paternalista y retrasado, involucionista y machista. Estas 19 medidas ideológicas proponen la derogación de las leyes que protegen a las mujeres frente a la violencia machista o refuerzan los derechos del colectivo LGTBI y sin embargo defienden leyes a favor de la tauromaquia y la caza, dejando claro, así, su orden de prioridades. Lo pueden decir más alto, pero no más claro, por lo que, quien tenga oídos que oiga. Dicen que son medidas negociables, pero detrás de cada una de ellas hay una agenda, un cuaderno de bitácora con una brújula y un rumbo definido. Se proponen resetear las últimas décadas de la historia de España y devolvernos a un pasado del que consideran no debimos haber salido.

Un monstruo ha venido a vernos, pero aún estamos a tiempo de evitar que se quede, y lograr, como hizo Gandalf con el demonio del mundo antiguo, Balrog, devolverlo a las profundidades, gritando: “No puedes pasar”.

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