Patrimonios
Maria del Mar Martín
Para que las sociedades avances son necesarias acciones valientes y hombres y mujeres en política capaces de propiciarlas. Ayer, 11 de febrero fue un día memorable porque en el Congreso de los Diputados se aprobó por 201 votos a favor, 140 en contra y 2 abstenciones, la proposición de ley para regular la eutanasia en España.
Los 140 votos en contra del PP y del partido de ultraderecha franquista fueron los mismos que votaron en contra de la ley del divorcio, del aborto y de los matrimonios homosexuales. Si fuera por estos partidos retrógrados, capaces de mezquindades como la de decir que esta ley busca ahorrar en medicinas y en pensiones, estaríamos aún en la Edad de Piedra. Porque de piedra deben tener el corazón y el cerebro ante la falta de empatía por el dolor que pretende mitigar esta ley. Probablemente en estos 140 votos y en las familias a las que representan, se encuentre gran parte del patrimonio territorial español y será por ello que también se consideran dueños del patrimonio moral.
Esta ley como todas las leyes sociales que los gobiernos socialistas han aprobado en los años que llevamos de democracia, son leyes enmarcadas en la ampliación de derechos y libertades individuales con la aspiración de incrementar la felicidad de las personas en todos sus ámbitos. De respetar y comprender las decisiones personales que en nada afectan al resto de la colectividad, salvo en mejorar habitualmente la convivencia.
La libertad de decidir dar vida, debe ser tan incuestionable como la de elegir cómo y cuándo morir, o la de escoger con quién compartir nuestra existencia. Sin embargo, estas libertades ha habido que ganarlas con la constante resistencia de las fuerzas reaccionarias de cada momento bajo diferentes siglas. Han sido batallas dialécticas y políticas en las que, nuestra vida íntima y personal era la que estaba en juego y en la que los reaccionarios pretendían decidir por nosotros. Porque en ellos está la “auténtica verdad” y ellos saben lo que nos conviene, por los siglos de los siglos Amen.
Afortunadamente el raciocinio es obstinado y pertinaz la valentía de los hombres y mujeres comprometidos. Sólo por ello seguimos avanzando y confiando en un futuro, siempre más prometedor, sorteando los obstáculos de los que se creen dueños de todos los patrimonios.