NARCÓTICOS
Mar Martín
“Creer a las mujeres”, es el título del artículo de opinión con el que hoy Pepa Bueno a las 8.00 de la mañana, desde su micrófono de la SER, ha pretendido azotar las conciencias.
Pero me temo que las conciencias de este país narcotizado por las drogas que el franquismo le suministró de manera solapada pero con premeditación y alevosía, se encuentran lejos de sentirse ni azotadas ni despertadas. Se encuentran en ese estado de limbo enfermizo en el que nadie se escandaliza cuando de forma recurrente se convierte a la víctima en culpable, sobre todo si la víctima es mujer.
El habeas corpus se le reconoce a los hombres, pero las mujeres tenemos que demostrar nuestra inocencia incluso cuando denunciamos situaciones de violencia machista con abuso de poder, o la mayor expresión de esta violencia que es la consumación de una violación múltiple como la que sufrió la joven de 18 años durante los sanfermines de 2016 y cuyo juicio acaba de comenzar.
Para continuar con el relato de esa España machista y retrasada, heredera de aquel franquismo machista y retrasado, resulta que entre los “supuestos” violadores se encontraba un militar y un guardia civil. Ni Buñuel hubiera retratado mejor la estampa. Y para su defensa suponemos, por lo hechos que acontecen a continuación, que aluden a la máxima de aquel pasado que creíamos olvidado y en el que la mujer o era madre o era puta, y como la joven de 18 años no era madre, contratan a un detective privado para que espíe su vida en los días posteriores a la violación.
El juez que instruye el caso ha admitido el informe del detective privado mientras rechaza los mensajes que se cruzaron los presuntos agresores en los días previos a los hechos. Como expresa Pepa Bueno en su artículo, ¿aquí a quien se juzga?
Para nuestra desgracia este triste relato ocurre más a menudo de lo que se cree y es el auténtico termómetro que mide el machismo que habita en cada rincón de nuestra sociedad por más que lo denunciemos y hagamos campañas publicitarias en su contra.
Habrá que esperar a otra generación para que España se encuentre desintoxicada de aquellos narcóticos machistas que durante 40 años inocularon por vía intravenosa y que siguen en la sangre de esta sociedad y sobre todo en la de muchos jueces, políticos y militares.
No es baladí que escriba estas líneas a poco más de una semana de la conmemoración del Día en Contra de la Violencia de Género que se celebrará el próximo 25 de noviembre.
Es una muestra más del enorme trabajo que tenemos por delante.