Opinión

Ingreso Mínimo Vital, una cuestión de justicia social

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El Socialista

Con la reciente aprobación, en Consejo de Ministros extraordinario, del Real Decreto que pone en marcha en nuestro país el Ingreso Mínimo Vital, se produce un hecho histórico que responde a la necesidad económica de redistribución de los ingresos y la obligación ética de erradicar la pobreza severa en nuestra sociedad. Pero, además, es una medida que se muestra imperativa ante las extraordinarias consecuencias que está generando la crisis sanitaria.

Esta disposición beneficiará en nuestro país a unos 820.000 hogares, de los cuales 100.000 son familias que recibirán ya en junio la prestación de oficio por su condición de extrema gravedad. Son colectivos que se encuentran abocados a la exclusión en un escenario de riesgo sanitario asociado a la pandemia. Esta prestación dará cobertura y mejorará la protección a la infancia garantizando una base homogénea de ingreso mínimo.

En la necesidad de fundamentar ese suelo uniforme, la prestación prioriza una actuación estatal sobre un campo que hasta ahora estaba cubierto por las comunidades autónomas en el marco de sus competencias asistenciales. Las ayudas en el conjunto del país son muy diversas y desiguales. En este contexto tan descentralizado como lo es nuestro país el Estado tiene capacidad de actuación en el marco de la Seguridad Social.

La pobreza severa en los Estados desarrollados es una “realidad oculta”. Se esconde y se ignora porque es la vergüenza que no se quiere mostrar. Su existencia sólo se entiende desde el desinterés o el egoísmo patológico de opciones políticas que han impedido abordar el tema con resolución. Son las mismas ideologías que han tachado de “broma”, “paguita”, “regalo”” la medida propuesta por el Gobierno de Sánchez.

Sin embargo, hay sectores conservadores que dan por hecho que el ingreso mínimo vital es una herramienta adecuada de protección a los más vulnerables. Son conscientes de que las transferencias monetarias son instrumentos útiles frente a la pobreza, pero la circunscriben al tiempo necesario para salvar la actual crisis producida por el COVID 19.

La pobreza severa sólo se entiende desde el desinterés o el egoísmo patológico de opciones políticas que han impedido abordar el tema con resolución, las mismas que han tachado de “broma”, “paguita” o “regalo” la medida propuesta por el Gobierno de Sánchez.

 

Pero ésta no puede ser una herramienta coyuntural al contexto de la pandemia. España es uno de los países de la OCDE con mayores tasas de pobreza severa y una peor distribución de la renta. La pobreza y la exclusión social distan mucho de ser fenómenos coyunturales en nuestro país. El Ingreso Mínimo Vital aprobado es un paso decidido en el camino de la justicia social y ha venido para quedarse.

Y es que la medida tiene una poderosa racionalidad económica. Recientemente María Luisa Carcedo, secretaria General de Sanidad y Consumo del partido socialista ha sido clara al escribir en un conocido medio digital que “Todos los recursos que se coloquen en las rentas bajas se vuelcan de hecho en la economía productiva del país, lo que no ocurre con las de rentas con grandes capacidades de ahorro”.

La cuestión es que “las decisiones del gobierno del PP en la gestión de la última crisis llevaron a nuestro país a cotas de desigualdad que lo situaban entre los más desiguales de la UE”. En este sentido los gobiernos de Rajoy no nos dejaron en la mejor situación para afrontar futuras crisis y menos la gigantesca crisis social y económica subsiguiente a la pandemia del coronavirus que ha agudizado de manera dramática esta realidad. Esta “situación compromete a los niveles de justicia social y cohesión del país”.

Vivimos tiempos acelerados por las constantes medidas adoptadas para doblegar el frente de batalla contra el coronavirus. En este contexto cualquier actuación puede parecer precipitada o poco meditada, pero no es el caso. Ya en julio de 2015, el presidente Pedro Sánchez prometió en Mérida crear “un Ingreso Mínimo Vital, una prestación no contributiva de la Seguridad Social que proporcione unos ingresos mínimos para las personas en situación de pobreza y que refuerce y extienda las prestaciones por hijos a cargo para eliminar la pobreza infantil en este país.

El futuro gobierno socialista, va a destinar y va a multiplicar por seis los recursos destinados hasta ahora a paliar la pobreza en nuestro país hasta alcanzar los 6.000 millones de euros al año. Como presidente del Gobierno mi compromiso será acabar con la pobreza infantil en cuatro años. Ese será el compromiso del Partido Socialista”.

Lo que se recogió en Programa electoral que el PSOE presentó en la convocatoria a Elecciones Generales del año 2019. En la página 99 puede leerse el compromiso de “Poner en marcha un Ingreso Mínimo Vital estatal, de carácter no contributivo, que asegure a las personas un nivel básico de ingresos ante posibles contingencias con el fin de evitar que ninguna persona u hogar caiga en situaciones de absoluta desprotección, que dificulten su reincorporación a la vida normalizada”.

El Ingreso Mínimo Vital formaba parte del programa electoral socialista y también del partido político socio del gobierno de coalición. Se incorporó al acuerdo de gobierno y la crisis del COVID 19 ha adelantado su diseño definitivo y su implementación porque la crisis generada está produciendo mucho dolor y sufrimiento. Situaciones críticas entre los más vulnerables. Era necesario reforzar la capacidad redistributiva de las políticas públicas y consolidar esta red de protección social. Nadie se puede quedar atrás, todos somos necesarios.

 

Podredumbre

Giger

 

María del Mar Martín

Es, en los momentos de mayor dificultad, cuando las personas demuestran lo que son, descubriéndose lo mejor y peor de cada uno. En tiempos duros la solidaridad y la mezquindad conviven en mayores dosis, envueltas cada una en los dos modos de actuar ante la realidad, el del compromiso social o el del liberalismo a ultranza. Y es también en horas difíciles cuando la definición de patriota cobra sentido.

Según la RAE en su primera acepción, patriota es la persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien, por lo que, a día de hoy, los patriotas son los que están al frente del Gobierno luchando de la mejor manera contra esta crisis sanitaria, hasta hoy desconocida y desorbitada. Patriotas son los hombres y mujeres pertenecientes a los servicios que representan al Estado de Bienestar y que reciben multitudinarios aplausos a diario. Y patriotas son los autónomos y trabajadoras y trabajadores por cuenta ajena que sufren el cierre de negocios y el confinamiento en casa.

Sin embargo, son precisamente los que a menudo se autoproclaman patriotas los que más mezquinos resultan en estos tiempos, que, aludiendo de nuevo a la RAE, es lo mismo describirles como faltos de generosidad y nobleza de espíritu.

Inundar las redes sociales de bulos y mentiras para ensuciar y empobrecer la imagen del Gobierno no es de patriotas. Crear situaciones de alarma ficticia y fomentar el odio no es de patriotas. Desprestigiar acciones consensuadas con expertos y técnicos para sacar rédito político, no es de patriotas.

La miopía con la que afrontan esta crisis sanitaria, en la que se juegan a diario la vida cientos de miles de personas, les hace perder perspectiva. Son cortoplacistas y cretinos, manipuladores desvergonzados que confunden lo privado con lo público para sacar tajada.

Ni en los momentos de mayor debilidad de un pueblo, acosado por una agresiva pandemia, son capaces de moderar el discurso y arrimar el hombro. A cambio, aprovechan los índices de mortandad para señalar al culpable que ellos han decidido. Cuando más necesaria se hace la unidad de todos y el apoyo incondicional se vislumbra como un beneficio colectivo, optan por seguir a lo suyo, trabajando para sacar ventaja, incluso de la mayor desgracia que ha vivido esta generación.

La ejemplaridad se mide cuando la incertidumbre nos afecta a todos. Es entonces cuando las palabras, lealtad y patriotismo se definen y describen un escenario real en el que cada uno ocupa el espacio que le corresponde. Y sólo desde ese espacio se puede proyectar la virtud o la podredumbre que se lleve dentro.

Un poco más cerca del cielo

autoretrato de Frida Kahlo

 

María del Mar Martín

Bajo la denominación “Ley de Libertad Sexual” el Gobierno de España da hoy un paso más en la defensa y protección de las mujeres. Al menos por escrito quedará expresado que la mujer no es una cosa para el uso de los hombres, como hasta el momento, dejaba entrever el actual Código Penal. Ya no habrá que demostrar resistencia cuando se viola a una joven, que por lo general, ante la agresión sexual decide no resistirse para evitar también el resto de violencias físicas. Ahora se dejará de contemplar la violación como un “abuso” y pasará a considerarse como lo que es. Incluso, cuando se apruebe la ley, que ahora se encuentra en fase de proyecto, podremos pasear por la calle sin recibir la intimidación constante de miradas obscenas y palabras agresivas por nuestra condición sexual. Siempre se ha sabido la diferencia entre un piropo y una ofensa verbal, pero ahora, estas últimas estarán recogidas en el Código Penal y podrán ser castigadas.

La defensa del principio “sí es sí” del que se mofan los machistas más retrógrados de nuestra sociedad, no debería ni estar en la discusión. El respeto dejaría obviado este asunto, porque cuando alguien no quiere, se percibe de forma directa o indirecta. Que el “sí es sí” esté en el foco de esta ley, que será pionera en el mundo, pone en evidencia la falta de respeto generalizado hacia las mujeres. En el universo machista-patriarcal que nos rodea, la mujer es objeto de deseo y como tal se debe a las apetencias masculinas, incluso por la fuerza. Y por ello termina siendo culpabilizada en los episodios de agresiones sexuales. Con esta nueva ley, que responde a las demandas que los colectivos feministas llevan reclamando en la calle, sobre todo después de los violaciones de las manadas, las mujeres dejarán de ser juzgadas y estigmatizada por el modo de vestir, por salir de noche o por querer divertirse, cuestiones que hasta la fecha se tenían en consideración como atenuante de los delitos sexuales.

Cada dos horas, una mujer es violada en algún lugar del mundo. Cada veinte minutos, una mujer sufrirá acoso sexual. Cada doce horas, una mujer será golpeada y sometida algún tipo de abuso físico. Sólo el 20% denunciará la agresión y más del 70% jamás le contará a nadie lo que ocurrió. Con esta Ley difícilmente se eviten todas esas atrocidades pero habremos afianzado un pilar jurídico en la lucha por los derechos de las mujeres y estaremos un poco más cerca del cielo, de una sociedad en la que el respeto y la igualdad, esté por encima de todo.

 

 

Circada

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María del Mar Martín

Aquellos que abanderan la reconquista, el aguilucho y la crispación constante y permanente llevarán hoy al Congreso una ley para la familia. Pero, ¿a qué familia se refieren? ¿A la formada por personas divorciadas, separadas, del mismo sexo, de culturas y geografías diferentes? ¿A familias con algún o muchos miembros en desempleo, a familias con discapacidades, a familias en riesgo de exclusión? ¿O se refieren a familias con hijos universitarios trabajando en el extranjero de camareros, o a familias con enfermedades raras inexistentes en los programas de investigación científica? ¿Esta ley favorecerá a las familias que por bajos recursos económicos no quieren tener más hijos, o a las que voluntariamente han decidido prescindir de la maternidad y paternidad? ¿A familias en las que las mujeres no acceden al mercado laboral o si lo hacen sólo en condiciones de precariedad? ¿A familias que han perdido a la madre por la violencia estructural del machismo y cuyos hijos se encuentran desamparados? ¿A familias arruinadas por la ludopatía provocada por las numerosas salas de juego que proliferan por nuestros barrios más desfavorecidos? ¿A familias en las que la prostitución esclaviza y tortura a la mujer? ¿A familias en las que los hijos están desatendidos por los horarios comerciales a los que se deben sus padres y madres trabajadores? ¿A familias con trabajo y que sin embargo son pobres? ¿A familias en las que la droga les conduce a la desestructura? ¿O a las familias con hijos sufridores de bullying?

Estos que creen llevar el orden y la verdad en el ADN, proponen una ley para la familia “como dios manda”. Porque las manzanas son manzanas y las peras son peras. Porque lo que Dios une, que no lo separe el hombre, porque hay que tener cuantos hijos mande Dios y morirse cuando Dios dictamine. La ley que llevarán hoy al Congreso es la bufonada del circo que nos ofrecen a diario con insultos, improperios y salidas de tono. La baja natalidad, que al parecer es el problema que acucia, no se arregla con 100 euros al mes por hijo. La natalidad en España aumentaría, si las condiciones laborales de padres y madres permitieran una auténtica conciliación laboral y familiar, si hubiera guarderías que atendieran a los bebés de 0 a 3 años, permitiendo la pronta incorporación al mercado laboral, si hubiera servicios sociales para los mayores como la Ley de Dependencia que el PP dejó morir por inanición, si hubiera un futuro más prometedor para los jóvenes, si en las escuelas se mantuvieran materias como la Educación para la Ciudadanía que fomentaba la igualdad y el respeto para evitar situaciones de violencia de género o bullying. La natalidad también aumentaría si se redujeran los índices de paro, si existieran proyectos de investigación para las enfermedades raras, si las mujeres más pobres accedieran a trabajos dignos y no tuvieran que prostituirse, si no hubiera absentismo escolar en niños de padres desestructurados por la droga o la ludopatía, si se alcanzase una formación integral y un salario digno, la natalidad no sería un problema.

Este es el meollo de la cuestión y estos expertos en hacer ruido para desviar la atención lo saben, pero no les importa. Viven a costa de titulares, performance y circadas que sólo a los muy sordos y ciegos logran embaucar.

Coso

Coso líquido de Jorge Mejías Garrón

 

María del Mar Martín

Resulta insoportable escuchar que la desigualdad entre hombre y mujeres no existe, que la ausencia de mujeres en los puestos de alta dirección, en los puestos intermedios y el trabajo feminizado es una cuestión de voluntad. Porque las mujeres a lo largo de la historia no han tenido la voluntad de formar parte del mundo laboral más allá del trabajo en casa. Si el triunfo de la voluntad que Leni Riefenstahl desplegó en su exitoso documental de propaganda nazi la hubieran tenido las mujeres de todos los rincones del mundo, sin excepción de raza, ni religión, su presencia en la literatura, la ciencia y el arte hubiera sido ejemplar. Aunque resulte increíble, falacias como ésta se defienden y se reiteran con pretensión de veracidad.

La jurista americana Deborah Rhode estudió las dinámicas sociales que impiden que la desigualdad de género se reconozca en la actualidad como un problema grave, distinguiendo tres patrones de actitud básicos: 1) la negación de la desigualdad: se desecha por completo que haya todavía discriminación contra las mujeres; 2) la negación de la injusticia: se reconoce la desigualdad, pero se justifica como si fuera consecuencia de decisiones propias de la mujer (aquí situaríamos a la mencionada falta de voluntad); 3) la negación de la responsabilidad: en caso de reconocer la desigualdad, no se piensa ser parte del problema ni de la solución.

Pese a todo lo que se ha escrito y estudiado sobre este asunto, se ha leído poco, por lo que ante esta sordera social hay que reiterar que las mujeres tienen una tasa de actividad más baja que los hombres (46,6%) y una tasa de desempleo mayor que los varones (51,7% frente al 48,3%). La población no activa es por tanto más femenina (58%) que masculina (41,8%), pero hay más mujeres que se han salido del mercado laboral después de haber tenido un trabajo (53,2% frente al 46,8%), según Lina Gálvez, catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

Según Galvez[1], al explorar los motivos por los que hombres y mujeres dejan de trabajar y de buscar empleo emerge la evidencia de que ellas siguen más atadas a las tareas de cuidados. Un 6,7%, frente a un 0,6% de hombres, no trabaja porque se ocupa del cuidado de niños, ancianos y personas dependientes. Además, el 18,4% alega otras obligaciones familiares o personales. La jubilación, la razón principal para salir del mercado laboral, refleja la brecha de toda una vida: 45% de varones inactivos la disfrutan frente al 19,6% de mujeres. Sin embargo, desde la atalaya patriarcal, no es esta la realidad, sino la falta del triunfo de la voluntad de Riefenstahl la explicación de todo. Al capitalismo siempre le interesó la mujer como hacedora de obreros y cuidadora a tiempo completo de trabajadores masculinos, haciendo gratuita y carente de valor esta tarea. Sólo en tiempos de guerra las mujeres han ocupado el 100% de los puestos masculinos, pero cuando llegaba la paz, se la volvía a recluir al espacio privado del hogar para que continuaran con su designio divino de cuidadora. Según las teóricas feministas Mariarosa Dalla Costa y Selma James la explotación de las mujeres había tenido una función central en el proceso de acumulación capitalista, “en la medida en que las mujeres han sido las productoras y reproductoras de la mercancía capitalista más esencial: la fuerza de trabajo. El trabajo no-pagado de las mujeres en el hogar fue el pilar sobre el cual se construyó la explotación de los trabajadores asalariados, así como también ha sido el secreto de su productividad. Es el efecto de un sistema social de producción que no reconoce la producción y reproducción del trabajo como una actividad socio-económica y como una fuente de acumulación del capital y en cambio la mistifica como un recurso natural o un servicio personal al tiempo que saca provecho de la condición no-asalariada del trabajo involucrado.”

En la actualidad las universidades están repletas de mujeres y los mejores expedientes académicos suelen obtenerlos ellas, sin embargo, a la hora de acceder al mercado laboral, observan cómo son sus compañeros los que consiguen los puestos de trabajo y los que promocionan posteriormente en las carreras profesionales.

Según el Observatorio de la Mujer Empresa y Economía, del centro de estudios de economía aplicada (FEDEA), de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), las mujeres tienen más formación pero sufren más el desempleo. Hay más desempleadas que desempleados a medida que aumenta el nivel de formación, especialmente, desde la educación secundaria.

Según Gálvez, los altos cargos, donde está el poder y se toman decisiones, están copados por hombres. Es el techo de cristal o que las mujeres no se separen del «suelo pegajoso», que se produce como una especie de profecía autocumplida. Funciona en dos direcciones: Los estereotipos de género hacen que las mujeres no se postulen para determinados ascensos, sectores o puestos porque saben que no las van a escoger, y a la vez, esos estereotipos hacen que los empleadores no se lo ofrezcan a mujeres.

“Solo el 31,4% de los directores y gerentes son mujeres. No obstante, parecería que en el segundo nivel, el de técnicos y profesionales científicos e intelectuales, hay mayoría de mujeres, pero cuando se hace zoom en esa categoría se observa una concentración sobre todo en dos sectores muy feminizados, la enseñanza y la salud.”

La feminización y masculinización de algunos sectores, también, tiene que ver con los estereotipos, así en la industria agroalimentaria por ejemplo es habitual que las mujeres hagan trabajos más manuales como empaquetado y ellos conduzcan maquinaria. Para que más mujeres entren en ámbitos como la ciencia y la tecnología, pero también en la metalurgia o la construcción, y más hombres elijan profesiones tradicionalmente feminizadas, hace falta un enfoque integral con el objetivo de un cambio social amplio, según explica Gálvez. “Se necesitan modelos que seguir, hacer cambios en la educación (en la escuela y en la familia), reprogramar el ocio infantil, poner en marcha incentivos fiscales y terminar con los estereotipos que también perpetúan los medios y la publicidad. La brecha laboral y salarial cobra factura también al final de la vida. Solo un 37,1% de mujeres cobra pensión por jubilación, y las que la tienen, reciben un 62,4% de lo que ganan los hombres de media.”

Y por último están las invisibles, las mujeres no recogidas en las estadísticas, las que trabajan sin contrato, a menudo, como empleadas domésticas y cuidadoras, sin cotizar a la seguridad social, sin una pensión a la vista y sin protección de ningún tipo. Son más vulnerables, además, a los abusos y al acoso sexual.

Ante esta realidad, ciertos convencimientos procedentes de un absurdo negacionismo, resultan tan dramáticos como peligrosos porque responden a movimientos reaccionarios como todos los que ha sufrido el feminismo en sus 300 años de revolución. La caza de brujas durante los siglos XVI y XVII en los que murieron en la hoguera y torturadas unas 100.000 mujeres fue otra acción violenta de misoginia. Teóricas feministas reconocieron en la década de los años 70 que cientos de miles de mujeres no podrían haber sido masacradas y sometidas a las torturas más crueles de no haber sido porque planteaban un desafío a la estructura de poder. También se dieron cuenta de que tal guerra contra las mujeres, que se sostuvo durante un periodo de al menos dos siglos, constituyó un punto decisivo en la historia de las mujeres en Europa.

El tiempo ha pasado y ahora resultaría poco decoroso este tipo de exterminio, sin embargo surgen otros modos de violencia, en este caso, desde el lenguaje, ya que según el semiótico M. Bakhim el lenguaje está poblado de las intenciones de los otros. En este sentido el actor Alex O`Dogherty en la entrevista que el Diario de Sevilla ha publicado hoy: expresa: “Quien quiere colocar una carga negativa al feminismo usa el feminazi, otra perversión del lenguaje: convertir palabras muy negativas como nazi en cotidianas.”

Ni la tierra es redonda, ni el cambio climático amenaza, ni existe desigualdad entre hombres y mujeres. Desde el coso de altos muros de ladrillo que se construyen para no ver la realidad, imaginan, como en la cueva de Platón, sombras de irrealidades. Su tozuda negación es fruto de la desinformación beligerante o de la resistencia al cambio, a la inadaptación a nuevos escenarios en los que tambalee el discurso dominante y en los que la mujer pueda dejar de ser entendida como una amenaza.

Imagen: Coso líquido de Jorge Mejías Garrón

 

[1] El País. la discriminación laboral más allá de la brecha de género y el techo de cristal, con datos

 

 

Patrimonios

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Maria del Mar Martín

Para que las sociedades avances son necesarias acciones valientes y hombres y mujeres en política capaces de propiciarlas. Ayer, 11 de febrero fue un día memorable porque en el Congreso de los Diputados se aprobó por 201 votos a favor, 140 en contra y 2 abstenciones,  la proposición de ley para regular la eutanasia en España.

Los 140 votos en contra del PP y del partido de ultraderecha franquista fueron los mismos que votaron en contra de la ley del divorcio, del aborto y de los matrimonios homosexuales. Si fuera por estos partidos retrógrados, capaces de mezquindades como la de decir que esta ley  busca ahorrar en medicinas y en pensiones, estaríamos aún en la Edad de Piedra. Porque de piedra deben tener el corazón y el cerebro ante la falta de empatía por el dolor que pretende mitigar esta ley. Probablemente en estos 140 votos y en las familias a las que representan, se encuentre gran parte del patrimonio territorial español y será por ello que también se consideran dueños del patrimonio moral.

Esta ley como todas las leyes sociales que los gobiernos socialistas han aprobado en los años que llevamos de democracia, son leyes enmarcadas en la ampliación de derechos y libertades individuales con la aspiración de incrementar la felicidad de las personas en todos sus ámbitos. De respetar y comprender las decisiones personales que en nada afectan al resto de la colectividad, salvo en mejorar habitualmente la convivencia.

La libertad de decidir dar vida, debe ser tan incuestionable como la de elegir cómo y cuándo morir, o la de escoger con quién compartir nuestra existencia. Sin embargo, estas libertades ha habido que ganarlas con la constante resistencia de las fuerzas reaccionarias de cada momento bajo diferentes siglas. Han sido batallas dialécticas y políticas en las que, nuestra vida íntima y personal era la que estaba en juego y en la que los reaccionarios pretendían decidir por nosotros. Porque en ellos está la “auténtica verdad” y ellos saben lo que nos conviene, por los siglos de los siglos Amen.

Afortunadamente el raciocinio es obstinado y pertinaz la valentía de los hombres y mujeres comprometidos. Sólo por ello seguimos avanzando y confiando en un futuro, siempre más prometedor, sorteando los obstáculos de los que se creen dueños de todos los patrimonios.

Evolución

Georgia

 

María del Mar Martín

Habrá quien se lleve las manos a la cabeza en señal de desaprobación y habrá quien incluso se persigne en muestra de “vade retro satanás”, ante lo ocurrido en Finlandia. Una mujer de 34 años, para más inri, hija de madre soltera, criada por dos mujeres con relación de pareja, fue ayer martes 10 de diciembre nombrada Primera Ministra del país escandinavo. Y no es sólo extraordinario que una mujer ocupe ese puesto sino además que constituya el primer equipo ejecutivo representado por un 63% de mujeres.
Sanna Marín representa el ala más progresista y ecologista del partido socialdemócrata que ha tenido que entenderse con otros cuatro partidos de centro izquierda para llegar a una coalición y arrebatarle el poder a la ultraderecha finlandesa. «Vengo de una familia con pocos recursos y no hubiera tenido posibilidades de tener éxito y progresar si no tuviéramos un sólido estado de bienestar y un buen sistema educativo», afirmó Sanna Marín en una entrevista a un medio local. Su programa de gobierno, con un marcado carácter social y progresista, contempla un aumento de la recaudación fiscal y un mayor gasto público en educación, sanidad, pensiones y prestaciones sociales, por lo que el giro a la izquierda en Finlandia será una realidad en los tres años que quedan de legislatura.

Feminista convencida y defensora de la libertad sexual, Sanna Marín liderará un gobierno encabezado por cinco mujeres (las líderes de los otros cuatro partidos de la coalición de gobierno son también mujeres), que es hoy noticia por su excepcionalidad. Ojalá llegue el día en el que nadie se escandalice porque haya una mujer joven al frente de un país y episodios como éste sean tan cotidianos y habituales que no merezcan ni un minúsculo titular. Ojalá la humanidad se encamine a la evolución.

Ilustración: “Music Pink and Blue II” de Georgia O`Keeffe

Ángeles y Demonios

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María del Mar Martín

En esta ocasión fueron cuatro los sevillanos los que salvaron la vida a una joven, constatando que aún hay belleza en este mundo, aunque a veces se mancille en fiestas como los Sanfermines.
Estos cuatro jóvenes de Sevilla, médicos del Hospital Virgen de Valme estaban de vacaciones y atendieron una emergencia durante un vuelo Madrid-Argentina en el momento en el que sobrevolaban el océano Atlántico, afrontando una grave situación sin cuya intervención hubiera concluido con una muerte segura.

Los ángeles de la guarda de la joven, también sevillana que viajaba a Argentina por motivos de trabajo el 15 de noviembre y entró en parada cardiorrespiratoria por un episodio de epilepsia fueron los médicos Santiago Gómez, anestesista de segundo año de MIR, José Miguel Carreño, residente de quinto de Cardiología, Mario López  que cursa tercer año de anestesia y Antonio Guzmán del Castillo, que realiza tercer año de psiquiatría. Sus nombres como su voluntad y coraje deben ser recordados, del mismo modo que olvidados entre el estiércol los de los otros sevillanos que avergonzaron a toda una ciudad, una comunidad y un país.
Gracias a estos cuatro médicos sevillanos y a la enfermera madrileña que lograron reanimar a la paciente se recobra la fe en la humanidad y se ayuda a enterrar terribles episodios que no debían haber ocurrido. A menudo hay luz en la oscuridad y belleza en este mundo.

Ilustración: “El arcángel San Miguel y los ángeles caídos” de Luca Giordano

25 de Noviembre

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María del Mar Martín

No porque haya poco que añadir en un día como hoy, vamos a estar calladas. No porque suene a repetición, vamos a permanecer en silencio. No podemos olvidar a cada una de las mujeres, asesinadas por la violencia machista. No debemos dejar de pensar en sus hijos e hijas víctimas de esta lacra anclada en la misma base de nuestra sociedad patriarcal. 12 son las mujeres asesinadas en Andalucía en lo que llevamos de año, 52 en toda España y el número de violaciones a jóvenes es cada día más alarmante: 1702 violaciones en el año 2018, un 22% más que en 2017. Sin embargo, los  hay impermeables a esta cruda realidad. Les resbala, como el agua de lluvia sobre un paraguas, que la cultura del patriarcado alimente a esos desaprensivos que asesinan sientiéndose amparados por la costumbre ancestral de ejercer el poder masculino sobre la mujer. Son los mismos que pervierten el lenguaje con el objetivo de pervertir también la realidad y tornar la tragedia en una anécdota sin importancia.

Con términos como «lesboterrorismo» o «pornofeminismo» pretenden crear un enfrentamiento entre hombres y mujeres donde no lo hay. Porque la lucha contra la violencia machista no es una lucha contra los hombres, sino contra un sistema cultural que avala la violencia y discrimina a la mujer. Con palabras como «abortorios» intentan descalificar y arrebatarnos el derecho a elegir cuando ser madre y nos retrotraen a tiempos pasados en los que sólo las niñas ricas, que podían pagar la interrupción de sus embarazos, eran libres de decidir su maternidad.

Estos negacionistas al no reconocer la existencia de la violencia machista niegan la necesidad de cambiar el sistema patriarcal que la provoca y en el que se sienten cómodos y, ahora desde las instituciones, harán todo lo posible porque perdure. Hoy, como todos los 25 de noviembre, desde que fue declarado día Internacional contra la Violencia hacia la mujer en el primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe celebrado en Bogotá (Colombia) en julio de 1981, recordamos que la violencia machista, en todas sus formas, es sistémica. Y hoy rememoramos el asesinato por orden del dictador Rafael Trujillo de la República Dominicana de las tres hermanas Mirabal, (Patria, Minerva y Maria Teresa) activistas políticas, el 25 de noviembre de 1960, hecho que motivó la declaración de este día, considerado de carácter oficial por la ONU en 1999. Desde entonces el tiempo ha pasado y, no por ello, la violencia machista ha desaparecido de nuestra sociedad.  Hoy mismo, en Tenerife, una joven de 26 años ha sido asesinada por su pareja, un hombre de 29 años que ya ha sido detenido. El tiempo pasa, pero la violencia queda. El tiempo parece no mirar hacia adelante, sino hacia atrás, encontrando en el camino las piedras de los antediluvianos. Por ello, rememorar este día, es hoy más necesario que nunca.

 

Ilustración: Patria, Dedé y Minerva Mirabal, feministas dominicanas asesinadas por el dictador Rafael Trujillo en 1960

 

Salvapatrias

El cid

 

María del Mar Martín

España vuelve a estar en la boca de esos que vienen a salvarnos. Los mismos que nos salvaron de las hordas marxistas y provocaron una guerra fratricida. Los mismos que apoyaron y siguen apoyando 40 años de dictadura y la cruenta represión que conllevó. Pronuncian España como si sólo les doliera a ellos, como les dolió a la generación del 98. Y como único pasaporte electoral llevan la bandera a todas partes, volviendo a apropiársela como ya lo hicieran en el franquismo. Hoy por hoy nos vienen a salvar de los independentistas catalanes. No hay más profundidad detrás de sus vacuos discursos disfrazados de patriotismo de montería. Y con la misma pasión con la que el nacionalcatolicismo franquista inventó la cruzada antirojos, ellos la reinventan con nuevas tecnologías.

Es de suponer que a estos, además de preocuparles España,  les interesará también la administración de la cosa pública y habría que desear que ésta no la gestionen como sus asuntos privados, en los que no atienden a cuestiones, ni legales, ni éticas, ni de honradez.  Ya tuvieron un ejemplar maestro en el dictador que entre otras lindezas se apropiaba de los alimentos que se donaban a España para que se incluyeran en los lotes de beneficencia, los vendía y más dinerito para la saca. Esa era la España en la que creía, en la misma que la Polo que visitaba las joyerías para arramplar con lo que le vinera en gana. Y esto era sólo la punta del iceberg de aquella España de corrupción sistémica que, irónicamente impuso, utilizando el terror para ello, la ideología de que era la mejor de las Españas que se podía imaginar.

Y con este mantra llegan de nuevo a salvarnos, utilizando la mentira como ya lo hicieran sus predecesores, con la única intención de apropiarse de lo que es de todos, el maltrecho Estado de Bienestar. Con el único propósito de arrebatarnos derechos y libertades, con el único objetivo de manosear  España y convertirla en su cortijo. Es la España que quieren y esa no es la España que quieren los españoles. Porque españoles somos todos y a todos nos duele. Sólo cuando la bandera de España está detrás de sus discursos xenófobos, machistas e insolidarios, nos sentimos extranjeros, e incluso, extraterrestres.